Construí una gran escalera para llegar al cielo y poder abrazarte, pero cuando logré llegar, Dios no me permitió entrar…
Dios, por favor déjame abrazarla un momento, sólo un momento, necesito verla, sentirla…
Dios me respondió: Lo puedes hacer en la tierra.
Yo: ¿Cómo? Si tú la trajiste aquí.
Dios: Yo no la traje, ella vino sola.
Yo: Pero, ¿Cómo? ¿Y el amor que me tenía?
Dios: Hijo, ella te sigue amando aún más de lo que tú te imaginas.
Yo: Pero me abandonó, si Tú me dices que vino por voluntad propia. ¿Por qué me dejó?
Dios: Ella no te dejó, simplemente terminó su misión y ha vuelto a casa, dónde también todos volverán algún día.
Yo: Pero si esta es mi casa. ¿Por qué no puedo ingresar?
Dios: Porque tú todavía tienes trabajo allí abajo, sólo cuando lo termines se te abrirán las puertas y podrás ingresar.
Yo: Pero, Dios ¿Cuánto falta? ¿Cuál es mi trabajo?
Dios: Tu trabajo está en la tierra, el tiempo, tu alma lo sabe.
Yo: Dios, por favor necesito verla, sentirla. Tú dices qué lo puedo hacer en la tierra pero, ¿Cómo?
Dios: Ella está en cada rincón, en cada detalle, ella te acompaña en todo momento, recuerda hijo mío, que siempre fueron Uno, no busques su cuerpo físico, porque ella no está ahí, busca su alma, su esencia y podrás sentirla. Tu conexión con ella es espiritual y a medida que evoluciones lo comprenderás.