NUESTROS HIJOS, NUESTROS GRANDES MAESTROS

El problema no es lo que ellos hacen, sino lo que a nosotros nos mueve por dentro…

Cuando nuestros hijos pequeños eligen ropa que no combina, nos molestamos con ellos, por lo que interpretamos de eso…

¿Qué va a pensar la gente? ¿Me verán como una mamá desorganizada? ¿Me juzgarán por dejarlo decidir?…

Y entonces, en lugar de acompañar a nuestros hijos, intentamos controlarlos…

Queremos que se pongan lo que los demás consideran “adecuado”, expresando nuestro miedo con enojo, y atribuimos que ese enojo es por culpa de ellos…

Pero el problema no es el niño, es nuestra falta de validación; nuestro miedo al juicio de los demás y nuestras historias aún no sanadas…

Otro ejemplo es que si los zapatos; que el tono de voz; que si se peina o no y todo está relacionado más con uno mismo, qué con ellos…

Nestros hijos nos detonan porque nos hacen espejo, nos muestran las partes que todavía nos duelen, que nos faltan sanar y de las que aún no hemos recuperado la proyección…

Cuando lo comprendamos y lo trabajemos en nosotros mismos, las estrategias de crianza respetuosa empezarán a funcionar…

El problema nunca son ellos, ni que la crianza consciente no funcione; el problema son nuestras creencias no resueltas…

Ellos no necesitan que seamos perfectos, ellos necesitan un hogar y que nos hagamos cargo de lo que es nuestro…