Tú vida, tus acciones, tus emociones y vivencias, hunden sus raíces en tu niñez…
La forma como aprendiste a ver el mundo y a verte a ti mismo, define tus encuentros, acciones y sentimientos hacia otros…
¿Cómo recibes y das amor?
¿Te sientes merecedor de él, o en cambio crees que nunca es suficiente lo que te dan?
¿Te entregas a otros al máximo olvidándote de ti con frecuencia?¿Sientes que tus seres queridos chupan tu energía, recursos y fuerza?
La respuesta que des a cada una de estas preguntas, te dará luz para revisar qué tan saludable emocionalmente fue tú niñez…
Ahora que eres adulto es bueno que revises a fondo esas vivencias de cuando eras pequeño, porque están delineando tus relaciones actuales y comprenderlo te ayudará a mejorar radicalmente…
¿Te gustaría avanzar en relaciones sanas y evitar las dañinas?
¿Te gustaría sanar tu relación con tu pareja y tus hijos?
Cuando en las personas existe un vacío emocional, un sentimiento de culpa y sentirse inadecuados constantemente, es porque podemos haber sufrido negligencia emocional en la infancia al no recibir la guía adecuada para procesar nuestros sentimientos y emociones…
La negligencia afectiva no es fácil de procesar por la mente de un niño, ellos al fin y al cabo, no entienden por qué sus progenitores no responden a sus necesidades…
Tanto es así, que la experiencia de soledad y desamparo, los lleva a una conclusión a la que además suele añadírsele el sentimiento de culpa…
Hoy al pasado no nos toca juzgarlo, sino sanarlo…
Y el asomarnos a los tejidos de nuestra infancia nos ayudará a comprendernos y sanarnos…