Soy fuerte, pero lloro cuando lo necesito; cuando en mi esfuerzo por mantenerme firme y de pie la mayor parte del tiempo, me cansa…
Soy fuerte, pero también tengo miedo; porque las inseguridades habitan en mi corazón y no soy un templo de hierro…
Soy fuerte, pero hay dentro de mí un espacio especial para la cobardía; porque es desde ahí, que nace mi valentía y mis ganas de levantarme cuando mis piernas tiemblan y mi pensamiento llora…
Soy fuerte como el roble, pero también suave como el cerezo; así que, si un día me descubres distinta a como de costumbre me ves, que no te extrañe, porque también tengo momentos nublados, que sólo durarán el tiempo que me tome salir de ese lugar…