La mujer que se reconstruyó asusta, porque hoy elige su propia compañía…
La mujer que ya ha sido triturada emocionalmente y que fue capaz de rehacerse, no está preocupada por tener a alguien a su lado…
Ella es libre porque rompió las ataduras de la aprobación ajena, se pertenece a sí misma, encontró su propio camino para ser guiada por la brújula de su alma, y abandonó los caminos que no la inspiran…
Sin embargo lleva cicatrices de las espinas que pisó al caminar fuera de su propósito, pero sigue plena, notando estas marcas como símbolos de un aprendizaje convertido en sabiduría…
La mujer que salió del fondo del pozo entiende de humillación, pero optó por el perdón a los demás y sobre todo a sí misma…
Aprendió a abrazar, a ponerse en el regazo y a decirse a sí misma “No te culpes hiciste lo mejor que pudiste con la consciencia que tenías en ese momento”…
Fue subestimada, criticada y alimentada con migajas, pero decidió levantarse del suelo, sacudirse del polvo e iniciar un nuevo camino…
Ella probó la metamorfosis, extendió sus alas renaciendo y se dió cuenta de que la alcantarilla no es su lugar…
No obstante ella mantiene los pies en el suelo, porque sabe que es fundamental saber dónde está pisando…
Esta mujer aprendió que ninguna compañía vale, si tiene que dejar de ser ella misma…
La libertad de ser quién es no le cayó del cielo, la conquistó con lágrimas de sangre y este logro jamás será negociado…
Ella no quiere guerra con nadie, sólo sabe lo que quiere y lo que se merece…
Si hay algo que esta mujer tiene de sobra es la alegría de ser auténtica y del poder de ser ella misma, así que, no lo pensará dos veces antes de abandonar situaciones y personas que amenacen su yo más sagrado…
Ella tiene la claridad de lo que puede negociar y de lo que no es negociable, porque una mujer que se reconstruyó no negocia su sagrado ser, ni su sagrado tiempo…