NO DEJÉ DE QUERERTE

La verdad es que no dejé de quererte, sólo dejé de insistir…

A veces, lo que se termina no es el amor, es la paciencia…

Sí, las ganas por seguir añadiendo leña a un fuego que no da calor, a una mirada que no nos ve, a unos brazos que ya no abrazan…

Al final nos cansamos de insistir, se derriten los ánimos, se diluyen las ilusiones y sólo quedan las excusas de esa dignidad que recogemos a pedazos, conscientes de que ese ya no es nuestro lugar…

Cuando uno comprende por fin que es mejor dejar de insistir, es cuando acontece el primer duelo; el duelo del inicio de una dolorosa realidad que nos hace abrir los ojos ante la evidencia…

Cuando damos por fin el adiós definitivo, y se establece la distancia damos paso al segundo duelo; el duelo ante lo irremediable, ante el dolor sentido, ante lo que nos quiebra la dignidad y aniquila la autoestima…

Es aquí que la opción más inteligente es la distancia, lo cual lo tenemos claro, pero sin embargo, creemos que nunca será posible la distancia sin olvido…

Este segundo duelo, exige que insistamos y persistamos en nuestro propio ser, modulando los recuerdos y la ansiedad…

Hasta que encontramos esa frecuencia perfecta, donde nostalgia y dignidad hayan su armonía, para permitirnos seguir adelante con la cabeza en alto y más fortalecidos que nunca…