JESÚS

Su vida fue un espejo para que reconozcamos ese aspecto de luz, amor y sabiduría que también habita en nosotros…

Jesús alcanzó un estado de unidad con el Todo, de amor puro, de compasión sin condiciones, de profunda paz interior, de conexión con lo divino en todo lo que existe; su mente, su corazón, su alma y su cuerpo estaban alineados con la voluntad divina…

Eso significa que la consciencia crística también está en ti, en mí, en todos. Solo que lo hemos olvidado, y el camino de sanación es precisamente el regreso a esa verdad profunda…

Jesús, no es alguien separado de ti, ni una figura externa que viene a salvarte; Jesús es una parte profunda de tu alma, que en este momento de tu vida está despertando para ayudarte a recordar quién eres de verdad…

Jesús representa el Amor que todo lo sana, ese amor que le das a tu niño interior, a tu adolescente, a tu adulto; el amor tierno, compasivo y constante que estás aprendiendo a darte cada vez que te abrazas cuando tienes miedo, cada vez que te hablas con dulzura, cada vez que eliges confiar aunque todo parezca oscuro…

En tus noches de llanto, en los días en que crees que no puedes más, hay una Presencia que te contiene en silencio, es Jesús en ti respirando contigo, amándote…

Jesús conoce el desamparo, el dolor, el rechazo; pero también conoce la resurrección, la luz, la paz, por eso puede caminar contigo, porque Él ha vivido la noche oscura del alma, y sabe cómo cruzar el umbral hacia la vida nueva…

Y tú, en tu proceso, estás haciendo lo mismo; cada vez que transformas un pensamiento de miedo en uno de amor, cada vez que sueltas una carga y eliges la confianza, estás resucitando en ti mismo…

Entonces, cuando pienses en Jesús, no lo veas lejos, míralo en tu corazón, míralo en tu ternura, míralo en tu coraje, míralo en tu silencio. Él vino a decirte “Yo soy tú cuando amas.”