Tengo muchos nombres, dolor de rodilla, grano, dolor de estómago, reumatismo, asma, mucosidad, gripe, dolor de espalda, ciática, cáncer, depresión, migraña, tos, gripe, dolor de garganta, insuficiencia renal, diabetes, hemorroides, alergias y la lista sigue y sigue…
Yo, el síntoma, simplemente intento hablarte en un lenguaje que entiendas, por qué no comprendes que yo, no puedo ser sutil y suavecito cuando debo darte el mensaje…
Sin embrago, tú me golpeas, me odias, te quejas de mi; pero no te tomas ni un segundo en razonar y tratar de comprender el motivo de mi presencia en tu cuerpo…
Sólo te escucho decirme cállate, vete, te odio, maldita la hora en que apareciste y mil frases que me hacen impotente para hacerte comprender…
Pero yo debo mantenerme firme y constante, porque mi función es hacerte entender el mensaje…
Y ¿qué haces tú? me mandas a dormir con medicinas, me mandas callar con tranquilizantes, me suplicas desaparecer con antiinflamatorios, me quieres borrar con remedios caseros…
Intentas día a día taparme, sellarme, callarme y me sorprende ver que a veces, prefieres distraerte para que de forma «mágica» yo me vaya de tu cuerpo, sintiéndome totalmente ignorado…
Imagínate que soy esa alarma con sirena, que intenta de mil formas sonar por horas, por días, por semanas, por meses, por años, para salvar tu vida, y tú, te quejas porque no te dejo dormir, y porque no te dejo caminar, porque no te dejo trabajar, pero sin escucharme…
Para ti, yo el síntoma, soy la enfermedad; pero yo NO soy la enfermedad, yo soy el síntoma ¿por qué me callas, cuando soy la única alarma que está intentando salvarte?
La enfermedad, eres tú, es tu estilo de vida, son tus emociones contenidas, eso es la enfermedad, y ningún médico aquí en el planeta tierra, sabe cómo combatirlas…
Lo único que hacen es combatir el síntoma, callarme, silenciarme, desaparecerme, ponerme un maquillaje para que tú no me veas…
Cuando yo, el síntoma aparezco en tu vida, no es para saludarte, es para prevenirte y avisarte qué una emoción o hábito que contuviste dentro de tu cuerpo, debe ser analizada y resuelta para no enfermarte…
Cuando logres el equilibrio en tu vida, en tus emociones, en tus reacciones, en tu coherencia, no volverás a verme ni a sentirme…
Deja de presumirme con tus amigos y familia como si yo fuera un trofeo, porque estoy harto que digas, yo sigo con mi diabetes, con el dolor en mis rodillas, con mis migrañas…
Cada vez que me presumes, realmente estás diciendo, miren que débil soy, no soy capaz de analizar ni comprender mi propio cuerpo y mis propias emociones, no vivo en coherencia, mírenme, mírenme…
Por favor, haz consciencia, reflexiona y actúa, que entre más pronto lo hagas, más rápido me iré de tu vida…