Le quitaron la leche humana antes de tiempo, le obligaron a comer sólidos antes de estar listo, le negaron amor, brazos, cariño y apego por que «estaba muy consentido»…
Lo hicieron dejar el pañal antes de tiempo, lo presionaron a caminar antes de la edad en la que debe hacerlo, poniéndole en una andadera. Lo regañaron, castigaron y le dijeron que debía dormir solo porque ya «era grande», aún y en contra de su voluntad…
Le regañaron por llorar y expresar sus emociones. Anularon su creatividad e inteligencia, exponiéndose a pantallas y azúcares desde los primeros años de edad. Lo obligaron a hacer planas y usar sus manitas de formas que todavía no era capaz…
Y ahora anda por el mundo todo inseguro sin autoestima, sin abandonar el nido que le vio crecer, lleno de miedos, con pésimos hábitos alimenticios y con falta de amor, paz y tranquilidad. Sin metas, sin propósito alguno, esperando a que alguien le obligue y le diga que hacer y qué no hacer…
Olvídate del apuro de la sociedad. Deja que tu hijo vaya a su propio tiempo. No lo compares con otros niños. Cuando se convierta en adulto, te lo agradecerá…
Por: Dr. Luis Dávila