CUIDADO CON LO QUE HABLAS
Los pensamientos y palabras vibran, emiten energía…
Hay palabras capaces de atraer cosas malas, reforzar la desgracia, evocar la mala suerte e infelicidad…
Hay otras palabras con la luminosa propiedad de bendecir, atraer prosperidad, felicidad y paz…
Saber usar unas y otras es el comienzo de la sabiduría…
El entorno en el que vives tiende a absorber, almacenar y repercutir como un eco tus hábitos mentales de pensamientos que sostienes y transmutarlos en seres y formas vivientes…
Hay palabras que se deben evitar como, ¡Qué desgracia! porque hará que atraigas fatalidades, oscuridad y quebranto…
¡Oh mierda! Llama la podredumbre, la suciedad y la adversidad…
¡Maldita sea! Crea estancamientos y bloqueos…
¡Qué idiota, qué estúpido, qué tarada! Genera inferioridad, limitación, inseguridad, incertidumbre…
¡Miserable! Crea escasez, indigencia, pobreza y penuria…
¡Enojado! es maldecir, porque enojado significa condenado a todo mal…
¡Desgraciado! Crea un entorno de ausencia de la gracia de Dios…
También solemos expresar frases como ¡No hay dinero! ¡Estoy desesperado! ¿Por qué siempre pasan estas cosas? ¡Qué dura es la vida! ¡No puedo! Y un sinfín de etcéteras…
Ten en cuenta que las palabras tienen poder y asumen la dirección que la intención, sentimientos y emociones le imprimen…
Es momento de refinar tus palabras para que la luz pueda fluir…
Evita en todo momento emitir juicios y palabras que no deseas se materialicen en tu mundo…
Las palabras o expresiones de amor, gratitud, alegría y belleza atraen prosperidad, abundancia, salud y beneficio para todos…
No olvides que tu mundo se crea constantemente mediante el pensamiento, verbo, sonidos, las frecuencias y vibraciones que emites…
Todo es energía y Tú decides cómo usarla…