La sociedad a veces intenta medir el valor con cosas externas como el éxito, la juventud, el dinero, la productividad, pero el verdadero valor no se mide, se reconoce desde el corazón…
La virtud más importante que tiene un líder es la humildad y no lo que lleva en el bolsillo…
Lo que te hace valioso es lo que llevas en el corazón y lo que dejas en el corazón de las personas…
Esto no depende de lo que tenemos ni de lo que logramos, sino de lo que verdaderamente somos en esencia…
Nuestra existencia es única e irrepetible, nunca ha habido ni habrá alguien exactamente como uno y esa singularidad ya es valiosa en sí misma…
Nuestra capacidad y habilidad para amar, para cuidar, para sentir empatía y compasión, es un tesoro y lo que le da sentido a nuestras relaciones y a la vida misma…
Tenemos la capacidad de aprender, de transformarnos y de ser capaces de cambiar, sanar, aprender de nuestras heridas incluso cuando nos sentimos rotos…
En algún momento, hemos sido consuelo, compañía, apoyo, inspiración y a veces ni lo sabemos, pero nuestra sola presencia ha tocado vidas…
Más allá de los errores, del pasado o de las máscaras, hay en cada ser humano una chispa de luz, algunos la llaman alma, otros esencia, consciencia o amor puro…
Esta luz interior es inmutable y profundamente valiosa, es nuestra esencia pura, indestructible e inmortal…