SIEMPRE LA DECISIÓN A TOMAR, ES AQUELLA QUE HONRE TU PAZ Y TU INTEGRIDAD

¿Hay relaciones familiares
que se encuentran en caos y dolor emocional ¿Qué hacer en esos casos? ¿Permanecer o alejarnos?

Lo primero es observarte sin juicio, mirarte a ti mismo dentro de la relación…

¿Qué parte de ti está atrapada en ese caos? ¿Tu niña herida, tu adulta consciente, tu necesidad de pertenecer o de cuidar al otro?

Evalúa su impacto emocional, ¿La relación te drena o te nutre? ¿Sientes que puedes ser tú mismo?

Las relaciones familiares pueden tener ciclos difíciles, pero si el sufrimiento es constante, es importante preguntarte si estás sacrificando tu propio bienestar por lealtades inconscientes…

Aprende a distinguir el amor del apego, porque amar no significa tener que permanecer cerca…

A veces, el acto más amoroso es tomar distancia para sanar, para proteger tu energía, o simplemente para dejar que el otro también tenga su camino…

Establece límites sanos con amor, y poner límites no significa dejar de amar, significa empezar a amarte también a ti mismo…

Escucha a tu corazón en silencio, la mente da muchas vueltas, pero el corazón siempre sabe…

Tal vez puedas sentarte en quietud, respirar profundo, y preguntarte: ¿Qué decisión me daría más paz no solo hoy, sino a largo plazo?…

Conecta con esa sabiduría interna que sabe qué es lo mejor para ti y para tu evolución…

Dentro de uno están todas las respuestas, pero ese “uno” no está afuera, está dentro…

Cuando logras silenciar el ruido del miedo, la culpa, el deber, el “deberías”, y te quedas en el centro de tu ser, en esa consciencia que solo observa y ama, las respuestas aparecen solas, como una certeza tranquila…

A veces esa certeza te dirá: Permanece, pero desde otro lugar; otras veces te dirá: Suelta con amor, para que ambas almas respiren. Esa voz interior no grita, susurra; no obliga, invita; no hiere, libera…